Metro de Caracas, reflejo de un país en crisis
El Caribe News
La urbe caraqueña que se abría paso entre la modernidad de sus edificaciones y lo eficiente de su sistema de transporte público, como el Metro que, estaba a la vanguardia de los sistemas subterráneos de América Latina.
El eficiente y moderno servicio permitía a los ciudadanos trasladarse de un lugar a otro en pocos minutos en un ambiente agradable y de respeto entre los usuarios. Hoy el Metro de Caracas no es ni la sombra de aquel moderno e impresionante transporte.
La mayoría de los trenes no tienen aire acondicionado, las instalaciones están sucias, deterioradas, las escaleras mecánicas no funcionan y en los vagones proliferan los vendedores informales.
“El Metro de Caracas es el reflejo de un país en crisis donde no funcionan los servicios públicos”, señala Carmen González, trabajadora de una tienda en Sabana Grande. “Después de salir del trabajo podíamos disfrutar de un helado y caminar por el boulevard tranquilamente porque el Metro era eficiente y había seguridad. Ahora el hampa ha tomado esta zona y el Metro la mayoría de las veces tiene retraso”.
En estos momentos trasladarse de un lugar a otro de la ciudad es una odisea y es lo que viven a diario los caraqueños para acudir a sus sitios de trabajo o de estudio.
LA GRAN SOLUCIÓN PARA CARACAS
El Metro de Caracas fue inaugurado el 2 de enero de 1983, (gobierno de Luis Herrera Campins). Fue un servicio de altura que disfrutó la creciente población caraqueña. Eran los tiempos de la ciudad que llamaba la atención en el mundo, todos querían conocerla y, el Metro se convirtió en una referencia atractiva, también, para los turistas y visitantes.
Época de intenso tráfico en Caracas y su zona metropolitana, por lo tanto, el Metro llegó a tiempo y fue “la gran solución”. El rapidísimo subterráneo fue muestra fehaciente del avance que experimentaba la gran ciudad latinoamericana, aun con los problemas sociales y de marginalidad en sectores de su extensión.
Hoy, el Metro es un sistema en franco deterioro que forma parte de una acción de gobierno que pareciera no admitir eficiencia y progreso y, eso lo lamentan los habitantes de la metrópolis. No obstante, están firmes las esperanzas de renovación y de reinicio de lo que fue la Sultana del Ávila… ciudad de progreso, como debe ser.